Rrose Selavy

sábado, 22 de enero de 2011

Clockwork Orange




En mi opinión, el método Ludovico aplicado a Alex, se trata del método de aprendizaje del Condicionamiento Clásico. Alex debe aprender a hacer el bien.
Esto me parecía difícil de entender, ya que el ser humano sólo tiene tres emociones innatas: miedo, rabia y amor, donde la violencia de Alex no tiene cabida. Tal vez ésta es una respuesta de rabia surgida contra la sociedad. De todos modos la película lo explica como algo innato, ya que no se muestra el modo en que el protagonista aprende a hacer uso de la ultraviolencia. En caso contrario el método utilizado sería el contracondicionamiento.
En este caso, el ministro del interior quiere condicionar al placer de la violencia de Alex para volver a ser insertado en la sociedad. Este se somete a un tratamiento y cuando está todo preparado comienza el método Ludovico:
1- Alex muestra placer y satisfacción cuando “videa” imágenes de ultraviolencia. Estas son por lo tanto un estímulo E que provoca una respuesta R que es el placer. Casualmente uno de los videos contiene la música de la 5º Sinfonía de Beethoven.
2- Se le administra una droga en los ojos que le causa dolor y le hace sentir mal.
3- En repetidas ocasiones se le administra la droga al mismo tiempo que le obligan a ver las imágenes.
4- De este modo por asociación repetida de ambos estímulos, Alex asocia el sentimiento de dolor y ansiedad con las imágenes de violencia y la música de Beethoven; ahora ya no le hace falta administrarle más droga para sentir el sentimiento. La asociación de estímulos no solo se tratará de las imágenes, sino cualquier tipo de violencia que perciba. También por asociación ocurrirá lo mismo cuando escuche la 5º Sinfonía.
Después de analizar el método del condicionamiento aplicado al protagonista de la película y recapacitando acerca de lo que nos cuenta Kubrich y Burguess; es de imaginar que todo espectador que haya “videado” la película puede imaginar porque utilizan dicho adjetivo ambos autores (ya que Kubrich no cambio el título original del escritor).
Mecánica se refiere a aquello que está programado, que no tiene otra opción, actúa por fuerza mecánica; es decir, que deben ocurrir hechos calculados y previstos para que finalmente ocurra un fin. En este sentido se refiere al método Ludovico y lo que quieren conseguir. Alex se vuelve mecánico, no actúa por sí mismo, no elige sus respuestas.
La duda llegó cuando pensé en por que Burguess había elegido el sustantivo de naranja, “orange” en inglés. Parecía que la naranja era Alex, puesto que estaba claro que el mecánico era él; pero no podía encontrar la conexión que el escritor quería explicar en esta metáfora.
Tal vez podía ser una imagen que comparaba el cerebro de Alex con la imagen del fruto en un exprimidor (recordando los aparatos que utilizaban cuando se sometía al método), vaciando el jugo, la riqueza en sí misma, la capacidad del ser humano de elegir e interceder en nuestras acciones.
Aún así, me parecía que la metáfora era muy fácil, parecía un símil simple y directo para que el espectador captara el mensaje rápidamente, esto no es típico, al menos en Kubrich.
Entre el interés y la duda, decidí buscar a cerca de dicho sustantivo que no acababa de entender. Entre otras curiosidades encontré que Anthony Burguess había vivido en Malasia después de un trágico suceso familiar que le inspiró esta novela. El escritor tomó del idioma malayo el término “ourange” que significa hombre y lo aplicó al inglés como “orange”, haciendo con esto un juego de palabras que quedaría fijado en la historia de la literatura y el cine contemporáneo.
Descubriendo al fin el término naranja, podemos darle un significado completo a lo que Kubrich y Burguess nos querían explicar. “El hombre mecánico” es Alex, alegoría de la violencia y la amoralidad en estado puro, ahora convertido en un juguete en manos de la sociedad que decide por él.
Creo que lo que querían era crearnos un dilema al tener que decidir quién era el bueno y el mano de la “peli”; cual es el mal mayor, en un joven que carece de metas y expectativas vitales, en cuya piel esta reencarnada la bajeza y la maldad del ser humano, o en la sociedad que marca las pautas morales y éticas en que vivimos.

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